Desde los orígenes, los seres humanos se comunicaron mediante sonidos básicos: gritos, gestos o gemidos para transmitir alertas o necesidades. Hace unos 70 000 – 100 000 años apareció el lenguaje hablado complejo, propio de nuestra especie.
Con el tiempo surgieron formas de registrar ideas: dibujos rupestres y sistemas de escritura (como los cuneiformes de Sumeria), que permitieron conservar información más allá del contexto inmediato
La imprenta en el siglo XV revolucionó la difusión del conocimiento, estandarizó la lengua escrita y elevó la alfabetización. Luego llegaron el telégrafo, el teléfono, la radio y la televisión, conectando oralmente a personas a grandes distancias.
Desde la década de 1980 el internet y los teléfonos móviles transformaron la comunicación diaria: correo electrónico, mensajes, videollamadas, redes sociales. Esto ha dado lugar a formas híbridas entre hablar y escribir: abreviaturas, emojis, memes, hashtags…
Gracias a la tecnología, ahora escribimos mucho más en el día a día, incluso de forma informal, y nuestras palabras se adaptan a la velocidad y emoción que exige el medio digital. La línea entre oral y escrito se difumina: hablamos como escribimos y escribimos como hablamos.
Pero.. ¿Esto sera algo malo?.......
Lo hablaremos en un a proxima publicacion.
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